Žižek es un pájaro
Por César Arango
Hoy nos llega un nuevo relato de César Arango, esta vez nos cuenta de sus épocas de librero, sus encuentros distantes con Slavoj Žižek.
No me lo contaron: lo vi. Durante años trabajé en una librería; varias veces al año, el filósofo Žižek solía venir a buscar libros de Lacan. Pero antes daba una vuelta por los estantes de la librería; y es ahí cuando yo lo podía observar de lejos, como en un bosque. Los movimientos de Žižek no eran movimientos humanos, sino de pájaro. Por supuesto que no volaba; no me refiero a eso. No entraba volando a la librería y se llevaba libros de Lacan, volando. No. Lo que digo, lo que intento explicar, es que movía la cabeza como un pájaro: rápido, con movimientos nerviosos y espasmódicos; así como hacen los pájaros, que cuando cambian de dirección su cabeza, porque quieren mirar a la derecha o a la izquierda, arriba o abajo, no lo hacen suavemente, sino con una velocidad interrumpida por un golpe seco. Así, Žižek, sin mover su cuerpo de lugar podía pasar de mirar, en un pestañear de ojos, de un extremo del estante al otro, donde terminaba la literatura latinoamericana y comenzaba la sociología de Marx. Luego movía su cuerpo en saltitos irregulares hasta ubicarse en otro punto, y repetía el movimiento agitado de cabeza para revisar los estantes contiguos. Siempre que venía a la librería realizaba el mismo ritual, la misma danza de apareamiento: picoteaba los lomos de Lacan y seleccionaba un tomo, como si fuera una ramita seca que juzgaba útil llevarse y usar en la construcción del refugio que anidará su descendencia. Me lo traía al mostrador, lo soltaba ahí, y su cabeza seguía veloz ante mi tranquilo asombro.
Žižek no hablaba. No digo que no hablaba porque era un pájaro. No hablaba porque ni Žižek ni los pájaros hablan castellano. Sin embargo, el comercio de cobrarle el libro era fácil, se resumía en una cantidad precisa de gestos abstractos, que el filósofo entendía perfectamente. Una vez hecha la transacción, el pájaro Žižek salía por la puerta, caminando, y ya no volvía por un tiempo.