Polo y gol

Por Pablo Andrés Bobadilla

Federico Peretti investiga la esencia del fútbol, registró en un libro de fotos y un documental detalles que resaltan su carácter ritual en estado silvestre. Como si puteara frente al televisor o mirase un partido cerquita del alambrado con una bondiola entre los dientes, nos habla de su pasión por el fútbol, de su relación con la publicidad y de su próximo viaje para hacer videoarte en la Antártida.

Cuando llega a la entrevista, Federico Peretti cuenta que está adolorido: “Una vez al año juego con unos amigos, juego de dos, soy malísimo en el fútbol y la música, y amo las dos cosas”. Al ejercicio del partido anual se le sumó la maratón de actividades para presentar su libro de edición de autor y comenzar con la campaña de difusión, mientras termina de montar su documental. Dice que no es insistente. Sin embargo, recorrió miles de kilómetros para filmar y fotografiar en clubes que participan de las ligas menores, 140 equipos desde Ushuaia a La Quiaca. Cuando comenzó el proyecto no contaba con apoyo institucional, ni tampoco logró un contrato con ninguna editorial: no insistió cuando le dijeron que no, acumuló fotos que subía a internet hasta que se decidió a materializarlas en formato de libro y editar un documental. Ambos proyectos llevan por título El otro fútbol, el libro empieza con un prólogo de Alejandro Fabbri y un cuento del autor, el documental encontró sobre la marcha un subsidio y espera ser estrenado en el circuito de cines del INCAA durante el otoño.

La sinceridad de la bondiola

Mientras la mayoría de los equipos se preparan para los partidos en el calor del verano, Federico cuenta que se la pasa estudiando y probándose ropa para viajar a la Antártida, ya que el proyecto de videoarte que presentó con su novia fue elegido por la Dirección Nacional del Antártico para participar de una residencia artística en el continente helado. Peretti es un futbolero empedernido y un explorador, estudió varias carreras universitarias que dejó sin recibirse, pero de las que tomó herramientas. Su obra pone el foco en la épica barrial y los pequeños sucesos, alejándose de lo artificial para resaltar los artífices.

Quizá su conocimiento interno de los mecanismos de la publicidad explique el interés de Peretti por la realidad: A los 20 años empecé a trabajar en una pequeña productora que tenía un tío mío, mientras hacía el CBC de Comunicación. Primero en producción y luego en el área del montaje, que fue lo que aprendí y lo que durante toda mi vida adulta me hizo comer. Ahí edité varios largometrajes, después pasé a la tele, a la publicidad. En el medio me dí cuenta que en vez de quejarme por todo lo malo que hacían los directores para los que editaba, podía empezar a filmar yo. Y así me lancé a dirigir algunos cortometrajes, solo con lo que había aprendido sentado en una isla de edición. Después, me acerqué a la fotografía.

Yo hago publicidad, básicamente laburo como editor y ahora últimamente estoy empezando a dirigir más comerciales. Me junto con mis amigos fotógrafos diseñadores a hablar de cualquier cosa y luego voy a Villa Domínico y me clavo una bondiola de dudosa procedencia con un extraño mirando un partido del ascenso y cuando el tipo se da cuenta que mi acercamiento es sincero, que estoy ahí porque me gusta, se siente tranquilo y se muestra como es. En las fotos o en el documental, pareciera que la gente no se preocupa por la cámara. No es un acercamiento como el de los camarógrafos de los grandes canales que televisan el fútbol profesional. No me gusta la mirada kitsch de la televisión sobre el ascenso, ni el enfoque melodramático de programas como el reality sobre el Club Atlas.

He estado en vestuarios de clubes muy pobres con un espejo chiquito y ves a los jugadores peinándose con peinados como los jugadores de primera y luego salen y hay 30 familiares en la tribuna. No me interesa la B, menos una B donde juega River. Me gusta el fútbol real”.

¿Qué te gusta del fútbol?

Diferencio el fútbol del espectáculo futbolístico, sea para multitudes o para 100 personas en una cancha de barrio. El fútbol como juego me apasiona, me gusta ver cómo se paran los equipos, qué estrategias usan. Hice en 2010 el primer semestre del curso de DT en ATFA, donde te dan el título para ejercer como técnico en Argentina. Al final por viajar con el documental, más el laburo, no lo pude seguir. Al fútbol juego, me gusta verlo en mi casa con el televisor, varias cámaras, el análisis al mango.

El espectáculo futbolístico es otra cosa, sea de Primera División o de la liga más remota. Ya llegar al estadio te predispone de otra manera. A mí me pasa una adrenalina rara que me pone atento a buscar detalles, a intentar conocer cosas en la previa. Por eso llego bastante antes a las canchas. Una vez fui a River, acompañando a un amigo, a un recital de una banda que no me gustaba. Subíamos las escaleras de la popular y me daba una taquicardia linda. Una emoción. Cuando salí por la boca de la popular, y en vez de ver la cancha embanderada de rojo y blanco, ví un escenario con una banda soporte tocando, me agarró una depresión enorme y dije: ‘No vuelvo nunca más al Monumental a ver algo que no sea River’.

Me gusta todo lo que rodea al rectángulo de juego. Lo que se conoce como el folklore. Pero no me gusta ni me llama la atención la gran hinchada con su pirotecnia y su aliento desmedido, prefiero los pequeños detalles. La señora del club Liniers que vende banderines en la puerta del club para que “los muchachos terminen de pintar la platea”; los hinchas de Atlanta que ayudan a levantar la cancha para que el club vuelva a jugar ahí luego de varios años; el defensor más experimentado de un equipo de La Quiaca que como el técnico no tuvo ganas de ir tiene que ponerse el equipo al hombro y aconsejar a los más jóvenes; la señora que hace las veces de la voz del estadio en el club Trinidad de San Juan que maneja una consola por donde sale su voz y una música bien rara como si fuera una DJ… O, volviendo a River y el gran circo de los millones, ver al equipo del que soy hincha estar por descender, estar pegado al borde de la cancha sacando fotos, y sentir que a los jugadores les chupa un huevo lo que está pasando. Que pierden un partido clave y se van cagándose de risa al vestuario. Después en la tele los escuchás diciendo “gracias a la gente que nos banca, vamos a dar todo por el equipo”. En muchos casos, más que nada con los jóvenes, eso es un chamuyo terrible. Y estando cerca, lo podés ver. Todo eso me llama la atención del fútbol, es lo que me gusta buscar, encontrar, lo que no podés ver que no te lo da la TV: los detalles. Lo que está fuera de la visión panorámica y fragmentaria de Fox o TyC.

En tu opinión: ¿por qué las personas van a ver partidos del fútbol no profesional?

Me parece que para muchos hinchas, el fútbol es un encuentro familiar, amigos, barrio, pasado, presente, de historia sin importar tanto el futuro. Es una herencia que viene desde sus viejos o desde sus abuelos, y es la forma en que su mundo funciona. Ir a ver al club del barrio, que quizá milita en la Primera D, es parte de su vida. Es la excusa para encontrarse con toda este gente querida y pasar un sábado entre amigos. Hablo del hincha genuino, y no del barra, que desde Boca hasta el último equipo de una liga del interior, con mayor o menor presencia, existe y es una mierda. Valoro mucho más el llamado fútbol no profesional. Lo cierto es que en la C, la D, y las ligas del interior, por más que la mayoría de los jugadores no cobran, se entrenan de una manera súper profesional: hacen gratis todo como si jugaran en primera. Alimentación, entrenamiento, preparación táctica. Hay gran preparación y profesionalidad, generalmente de la mano de técnicos que sí cobran.

Como te decía antes, vas a River y ves a los pibes de 20 que lo único que parecen querer es ir a Esperanto a la salida del boliche, y después vas a ver a un equipo de la D, donde los hinchas le dicen “Carlitos matáte que le tenemos que ganar a estos muertos”, y el vínculo es bastante más interesante y sincero. El tipo quizá tuvo que laburar y no llega en las mejores condiciones, pero el por qué de su esfuerzo, me parece mucho más honesto. Y creo que mucha gente que va a ver este fútbol, valora eso. Son partidos que quizá no salen en nigún lado, pero pasan cosas extraordinarias que la gente después las cuenta de generación en generación, yo a esta altura ya no se si pasaron o no ¡pero me encanta creerlas!

Proyecto subterráneo

Federico cuenta que el inicio de todo fue bajo la tierra: “Hace tres años esperaba el subte en la estación Dorrego y vi que vendían por $3,20 la revista Ascenso. Me la compré y al toque dije: “quiero publicar fotos acá”. Contacté a la revista, me respondieron que necesitaban más que fotógrafos, cronistas. Igual acepté, ya que pensé estudiar periodismo deportivo antres de elegir Comunicación Social, y después Letras. Fui como cronista a mis primeros partidos del ascenso, pero siempre llevando la cámara y sacando fotos para intentar convencerlos de que eran buenas.

Empecé a hacer las crónicas y las coberturas fotográficas, yendo a buscar el festejo, la foto del equipo, el telón de la hinchada, que es lo que me pide la revista, me di cuenta de que el fútbol del ascenso es justamente todo lo contrario. Si ves el césped del campo, la técnica del defensor, la habilidad del delantero, quizá es pobre. Si ves la tribuna despintada, la cañería goteando, el dirigente cobrando en la boletería, el hincha tomando una coca con el presidente en el buffet… Es todo riqueza. Entonces dije ‘¿cómo puede ser que no se muestre esto que tanto me fascina?’. Yo fui buscando el partido en sí, pero el fútbol del ascenso es otro, otro fútbol. Lo que está alrededor y que nunca se muestra.

En TN durante mucho tiempo le daban bola al ascenso, la gente colgaba banderas diciendo “Gracias TN por mostrarnos”. Y en realidad no mostraban un carajo. Mostraban los goles. Entonces empecé primero a pensar en mostrar lo que veía, en un futuro libro, primero en el Flickr, en el Facebook y luego pensé en pasarlo al papel. Me quedó corto el tema de subirlas a la web, quería tener algo más real, tangible. Un libro impreso, editado, es como un logro mucho más palpable. Después, más que nada por la insistencia de mi amigo Fernando, que es uno de los directores de la revista Ascenso, empecé a pensar en que estas imágenes tuvieran movimiento. Y así nació la idea del docu.

¿Cómo viajás? ¿Cómo armaste el equipo para realizar el documental?

El equipo es muy, muy, muy reducido. Como elenco estable estamos Fernando Prieto, que me ayudó con la investigación y me ayuda en el campo con las entrevistas, y yo. Después tengo otros amigos que me ayudan con la parte administrativa, o con el diseño, o en las etapas finales con la post de sonido y la música. Generando las imágenes del docu, somos solamente dos personas viajando en un pequeño Daewoo gris por las solitarias rutas de las provincias argentinas. La verdad es un poco difícil encargarse de todo. Es una tensión grande porque busco detalles todo el tiempo y al ser documental, pasan una vez y si no los agarrás, te los perdés. Preguntar, chequear audio, imagen, ruidos.. Uffff… ¡Peor que dirigir una orquesta! Pero ¡qué lindo!

¿Cómo es tu relación con los clubes que retratás? ¿ Pagás entrada, te acreditás? ¿Les contás del proyecto? ¿Cómo reciben el proyecto?

Acá en Capital y Gran Buenos Aires, salvo algunos clubes en los que tengo amigos, les chupa un huevo. Trato siempre de acreditarme para entrar, siempre es bueno avisar y cumplir con las formalidades para no demorar el ingreso. Si no tenés acreditación por más que cuentes a qué vas te dejan en la puerta, y si filmás a una hinchada vienen a apretarte y decirte: “Eh, loco ¿qué estás filmando a la barra? Te vamos a romper toda la cámara”. Yo me tomo el tiempo de explicarles que “es el primer documental global del fútbol del ascenso, que está bueno que su equipo esté y mostrar su club, sus colores”. No te escuchan, “Eh, loco ¿qué filmá? Te vamos a romper todo”. Eso en parte me fue alejando de la brutalidad del fútbol. El fútbol es otra cosa. Por eso en el docu hay un par de hinchadas, y con encuadres raros, donde ves al nenito subido en la parte más alta del alambrado y no ves a nadie más, no me interesa el aguante.

En las provincias la gente pregunta a qué viniste, agradece de corazón. Se acercan los periodistas de las radios locales a hacerte notas, insisten para que una vez que termines el proyecto vuelvas a mostrarlo. Me contactan por internet, quieren saber el devenir de la peli. Eso me pone muy contento.

El docu es más bien federal, muestra mucho de lo que pasa fuera del Gran Buenos Aires, en parte por el interés que eso me generó, pero también por las facilidades que tuve al final allá y la buena onda, contrario al agite de las barras importantes. Una vez fui a filmar a Defensores Unidos de Zárate en un clásico contra Villa Dálmine de Campana, y los barras (apañados por la policía, todos de esa localidad e hinchas de ese club), me esperaron a la salida de la cancha, me pegaron y casi me linchan. Porque pensaron que era periodista partidario de la contra. De hecho después de la agresión no podía salir del club porque me mataban y los dirigentes no me daban pelota. A la media hora cae uno y me dice: “Uh flaco, perdón, ¿vos no sos de Campana? Cómo se confundieron éstos”. Y me escoltó a la terminal de ómnibus. No por ser reportero gráfico y cumplir mi labor me hubiera salvado, sino simplemente porque no era de la contra.

¿Vas a presentar el libro en otras provincias argentinas?

Es la idea que tengo, más que nada cuando empiece a mover el docu. Lo que más quiero es no sólo que se vea en todas las provincias fundamentalmente en donde filmé, sino estar presente. Y ahí tengo la intención de combinar los dos eventos y que la gente se lleve un libro en vez de un dvd, que la verdad es irrisorio venderlo hoy en día. A la peli prefiero subirla yo en buena calidad, mejor a que lo pirateen filmando desde un cine.

Tambén me gustaría recorrer Latinoamérica y encontrar el equivalente en cada lugar del fútbol real.

¿Podrías contarme cómo surgen tus obras y cómo es tu producción cotidiana?

Para laburar, cámara digital, es decir: las fotos del partido. Para las fotos del libro y mis fotos personales -novia, gato, amigos- uso siempre cámaras analógicas. Me gusta la textura que dan, que lo digital no tiene. En el libro tenía digitales 4 ó 5 fotos que quería poner, y las retoqué dándoles un look analógico para que estén en sintonía con las otras. Me gusta mucho lo analógico, quizá porque soy medio ‘melanco’ y me tira para ese lado, el pasado, el revelado…

Produzco todo el tiempo, o intento hacerlo, sin ponerme a pensar mucho cuándo o cómo. Cuando voy a trabajar a un partido como reportero gráfico hago el laburo, pero en el medio produzco cosas al estilo del otro fútbol que después trascienden lo laboral y pasan a formar parte de la obra. No son laborales directamente, porque ni las mando a los medios para los que laburo, porque no es lo que buscan. Cuando estoy de viaje todas mis fotos, además de ser analógicas, buscan detalles que escapan al ojo del turista. Me aburre lo otro, aunque debe ser un poco más gratificante porque seguro el turista termina el día con muchas fotos de lugares que le gustan y yo, luego de un arduo día, como mucho tendré 1 foto linda de las 15 que saqué. También hago muchas producciones audiovisuales. Algunos son cortometrajes, o pelis según los parámetros formales, y otros son videos que hago en el living de mi casa, una tarde con mi gato y le pido a un amigo compositor que se haga una música. O a veces simplemente agarro mi proyector super 8, proyecto algunas pelis viejas de mis abuelos, las grabo con la cámara digital, y después con eso hago algún video medio experimental o algún clip de alguna banda… No lo racionalizo mucho, trato de hacer cosas todo el tiempo o me sumo a proyectos a los que me invitan. La verdad el laburo me hincha un poco las bolas, entonces todo el tiempo trato de hacer y hacer cosas, para no alienarme, como diría un amigo medio místico que tengo.

¿Podrías nombrar una persona o una lista de personas cuya obra te inspire?

Qué difícil… Ahora estoy escuchando mucho mi vinilo amarillo de la Velvet producido por Warhol…

Trato de hacer las cosas que me surgen, y no me fijo mucho si se hicieron antes o no. Como no soy de mirar mucho cine, cero tv… Muchas veces le cuento a mi novia “mirá esta idea es buenísima” y me dice “pero es la película que hicieron en tal lugar hace 10 años”. ¡Y me quedo deprimido una semana!

Contame acerca de tu viaje a la Antártida, ¿cuál es el proyecto?

Con mi novia ganamos una convocatoria que hace la Dirección Nacional del Antártico para ir a hacer algún proyecto artístico que esté relacionado con la Antártida. Nosotros presentamos como soporte un proyecto basado en videos super 8, explorando diferentes texturas y formas en ese paisaje tan singular. Es más que nada video artístico, no muy narrativo. Vamos a hacer fotos también, con la idea de hacer una muestra después apoyada con los videos, las fotos, y música acorde que está haciendo un amigo nuestro. Es un poco ir a descubrir ahí a ver que hay también, la banda de un amigo quiere que le hagamos un video clip ahí… Y hasta puede salir un docu de cómo vive la gente allá. Es ir un poco a explorar y generar toda la producción que se pueda, porque lógicamente es un viaje único y hay que aprovecharlo. Estoy leyendo sobre las leyes distintas que tienen allá por el Tratado Antártico: es el único continente donde están prohibidas las armas y donde cada uno es responsable absoluto de todos los desechos que genera y el país del que uno proviene es responsable por el comportamiento de cada uno en el lugar y debe responder a un comité internacional.

Federico hace una pausa y dice: “Es otra vida”. Y en la frase parece revelar el motor de su búsqueda: otro mundo posible en este mundo.

Para más información:

www.elotrofutbol.com.ar
Adelanto del documental: El otro futbol

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