Para nada
Gabriel De Milo
Como diría el Indio Solari, “el futuro llegó hace rato”. Este relato de Gabriel De Milo indaga con ironía sobre las fantasías futuristas frustradas.
Descansaba en el sillón, afuera el día estaba húmedo, pegajoso, el aire bajo, pesado, asqueado. En la tele un partido de fútbol que miraba sin mirar mientras en mi cabeza una idea extraña me acariciaba lentamente la psiquis buscando ser interpretada.
Había visto la publicidad de un “robot limpia piscinas”, sí, un robot que te limpia la pileta todo el año.
Lo que llamó mi atención no fue la novedad en sí del producto promocionado, me hizo ruido la palabra ROBOT. Miles de imágenes y recuerdos de lo que significaba un ROBOT para mí. En mi infancia hablar de ROBOTS era hablar de un futuro muy lejano, en donde los autos volaban, la conquista del espacio ya era un hecho concreto y no la fábula del hombre poniendo una bandera en la luna, el futuro era ese que mostraban las películas y los ROBOTS eran cuadrados mal hechos con botones en el pecho o pequeños como tachos de basura que ayudaban a dar soluciones a humanos por demás acostumbrados a la convivencia HUMANO-ROBOT.
Sin salir del asombro, busqué en Internet y vi que también existen a la venta unos ROBOTS similares que limpian los pisos de las casas, definitivamente el futuro había llegado, ese futuro que en los 80′ y con la asustadiza promesa del fin del mundo en el 2000 por algún momento me cuestioné incluso si iba a llegar a conocer.
Con el 2015 en curso, el futuro haciéndose lugar en el presente, un fin del mundo que no llegó, aquí estoy con 38 años topándome con ROBOTS por TV. Afuera todo está igual, parece que el futuro no se deja mostrar mucho y los ROBOTS aun no son indispensables para todos, algunos vivimos el presente dejándonos cachetear muy de a poco por el futuro, la noche sigue húmeda y pesada, el partido de fondo sigue empatado y mi copa esta vacía, me levanto y camino en busca de la botella para hacer una recarga, las caricias en mis psiquis se calmaron, el vino deja una estela suave en las paredes internas de la copa mientras cae silencioso y tranquilo.