Notas al pie | Mono Grinbaum / Un shock al sistema (publicitario)

Por Lucas López

El vandalismo que promueve Mono Grinbaum, más cerca del diseño que del activismo artístico, ofrece lecturas que no dejan indiferente a nadie.

El diseñador Mono Grinbaum es un intervencionista crítico de la Era Moderna de la publicidad. Los frescos de Brandingfobia, su proyecto alter-ego que utiliza avisos, hojas de catálogos y otros soportes del mundo de la moda como lienzo, fascinan por su destreza, mediado por el brillo plastificado de sus marcadores, el goce de la manipulación proto-gráfica (xeroxgrafías) y las máscaras. Sus piezas no son tanto de una protesta social cruda, sino de un activismo proyectual, que resulta en “un pequeño acto evasivo”, según define. Así como la pintura de RRAA se mofa del ritual azaroso de rostros en vallas y carteles y el pionero Oscar Brahim del producto de consumo como símbolo de intercambio humorístico, Grinbaum elige para su expresión la pose femenina y la superficialidad del star-system. Tinta, rotulación manual, adbustin’ y taglines que se expanden como “baños de lechazos y bukkakes tipográficos” según el ilustrador Lucas Varela, sin vueltas.

Sus declaraciones visuales, –”una cadena de significados significantes” según la definición cátedra UBA del propio Grinbaum–, aluden tanto al radicalizado Design Anarchy (2006), de Kalle Lasn, como a los monstruos hiper vanguardistas de Inez van Lamsweerde y Vinoodh Matadin en su cruce con MM París. En esta circulación, debemos convenir que por momentos, su fobia al branding, su reacción frente al sujeto publicitario y la ferocidad de sus manchas, enaltecen a las marcas de lujo y la belleza femenina a riesgo de resultar chic en su acciones. Frente a las víctimas de la moda que promueve la retórica luminosa de la publicidad, Grinbaum se convierte en un victimario estetizante. No en vano elige marcas de alto linaje como Bulgari, Chanel, Emporio Armani o Cacharel, que podrían caer seducidas en su red impetuosa y hábil de intervención. Una condición posmoderna, –según define Kalle Lasn–, que sin embargo, atrapa el ojo por su carácter desmesurado y cautiva por su vigor plástico.

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Para más información:
www.brandingfobia.com

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