Notas al pie | Geneviève Gauckler / Un mundo technicolor
Por Lucas López
El trazo categórico de la ilustradora y diseñadora francesa Geneviève Gauckler, su sentido del humor y en especial el halo de fantasía de sus criaturas la convierte en una creadora inimitable.
(Lucas López) Según su propia definición la pequeña Geneviève Gauckler “hace figuras”. Sin embargo, su estantería de character designs excede el tag: una plaga de peluches dentados, babosas plastificadas, cerebritos pictoplasmáticos y emoticones redondeados que sonríen, se estiran y se reducen de forma ambigua, “todos diferentes pero parte de una misma gran familia”. Con influencia del universo kawaii, las líneas orgánicas y el relato naïve, el paisaje onírico de Gauckler plantea una organización del espacio digno de estudio. En su proceso, la ilustradora no hace una regresión estereotipada a la infancia (trazos sin terminar, ocurrencias escolares y la sensación permanente de no haber crecido), sino que se sumerge en la búsqueda intransigente de una narrativa personal, que delinea los confines de su propia cosmogonía, como su admirado Hayao Miyazaki. Otros nombres que complementan el bagaje de gustos de Geneviève son dignos de mención: Rinzen, Parra, Laurent Fetis. El resto forma parte de esa gran cooperativa incansable llamada Big Active, donde también colabora (Kam Tang, Mat Maitland). En el caso de Matt Groening, la ilustradora admira sus primeras obras en blanco y negro como Life is Hell y School is Hell.
Más allá de adicciones de fan, Geneviève Gauckler traza un muestrario de encargos de una madurez profunda, sensual y ciertamente femenina. Acerca de su técnica de trabajo dice en el sitio BirdWatching “me gusta combinar elementos que no se estila combinar: lo sagrado y lo mundano, lo grande y lo pequeño, la alta y baja tecnología, el mapa de bits con imágenes vectoriales, etc. Mezclo todo eso y encuentro armonía y equilibrio, es como el yin y el yang, uno no puede existir sin el otro. Me gusta mucho ese proceso porque me siento como una nena jugando con sus juguetes.” Desde su irrupción en 1991, el mundo desbordante de Geneviève Gauckler inspira a una larga lista de profesionales y agencias de publicidad multipremiadas, desde soportes tan disímiles como juguetes, pintadas en paredes, plazas y puentes a reels y tanda de la TV, aunque nunca opacan el estado contemporáneo de Gauckler. Mucho menos su incesante inspiración en la invención de “humanoides eróticos copulando con alegría” –según el francés Pierre Ponant– “que desmienten lo que nos dicen del estado moral de la nación.”