Manijeando

Por Pablo Andrés Bobadilla

El compositor francés Alexis Paul visita Buenos Aires con su órgano a manivela del siglo XVI. Este año viajará grabando por 12 países.

El organillo es un instrumento de viento móvil que reproduce música, combina aspectos técnicos del órgano litúrgico, sistemas de relojería y mecánica. Conocido también como órgano de barril u órgano de barbarie, apareció por primera vez en Europa durante el siglo 16 y fue tocado en lugares públicos y en las calles por vendedores ambulantes, mendigos o extranjeros, que permitían a las masas conocer la música que se componía para el rey.  Antes  de elegir este instrumento, Alexis Paul estuvo al frente de Humanist Records, editó 15 discos en formato físico con una curaduría delicada y artesanal y durante los dos últimos años fue el guitarrista de la promesa de la canción parisina Alma Forrer, hasta que llamó la atención de la gran industria discográfica. Cuando ocurrió el atentado en Le Bataclan, la sala de conciertos parisina, Alexis estaba a una cuadra del local, aunque artísticamente se sitúa a años luz del mainstream y el negocio del espectáculo. Este año Alexis dejó en suspenso su sello, abandonó el proyecto con Alma, mandó a hacer un organillo a medida, fundó un sello virtual bajo el nombre Armures Provisoires (Armaduras temporales) envió 500 e mails y se agendó una gira mundial en la que Argentina es su tercera parada luego de Marruecos y Uruguay, y que continuará por  Chile, Japón, Mongolia, Portugal, Georgia, Islandia, Armenia, Líbano, Estonia y Grecia, buscando componer obra audiovisual nueva en cada lugar con músicos y cineastas locales, llevando en un anvil de 80 x 85 x 55 cm su máquina musical, y en pocos bolsos algunas mudas de ropa, una cámara de fotos analógica y unos  micrófonos.

Aparato

El órgano fue hecho a medida por Sébastien Schuetz, asistido por Frédéric Godin. Se compone de 42 tubos de madera y un sistema neumático híbrido lo que permite el uso de tarjetas perforadas (29 notas) o del lenguaje MIDI (42 notas), ya que tiene una placa de sonido instalada. El último de los dos sistemas permite la  acción directa sobre el órgano y las partituras desde cualquier medio electrónico, como un controlador,  sin tener que recurrir al  largo y costoso proceso de perforación de tarjetas. Alexis cuenta: “Elegí mi instrumento porque no se necesita ninguna habilidad para tocarlo, no creo que yo sea un músico, no me interesa la habilidad, la música para mí es algo superior al intérprete, es una forma de expresar algo que tengo adentro, es una de las formas en que sale algo que ya está construido dentro mío e intento compartirlo con los demás”.

“El órgano no sólo  encarna una forma de reunión que se convierte en una sociedad  ‘inculta’, sino también su aparición marca el inicio de la música para las masas.   Este instrumento antiguo está más que nunca profundamente arraigado a nuestras vidas: puede considerarse la primera computadora (por medio de tarjetas perforadas), el antepasado de la música asistida por ordenador (junto con el lenguaje MIDI ), y un catalizador para el desarrollo social de conexiones”.

Espíritu

En la presentación online y en su dossier de prensa Alexis define su proyecto como una deriva poética en búsqueda del misterio de la música mecánica.  Mientras charlamos el artista cuenta: “ Llevo viajando 4 meses por lugares que desconocía y no me siento sólo, en Francia aún entre mis amigos me sentía solo.  Vivo el proyecto, cada día tengo algo que hacer o alguien a quien conocer, pero no me queda tiempo para hacer turismo”.

Alexis resalta su origen provinciano y su voluntad nómade: “Nací en un pueblo del oeste francés, luego viví en el sudeste y me mudé al norte, a París, estudié música entre los 7 y los 17 años, mi primer instrumento fue la trompeta, tuve una formación clásica y luego abandoné para tocar rock. Pocos años después abandoné la idea de rock para abordar otra música, nunca viví de la música y no quiero que el dinero sea una meta o un problema, lo mismo me pasó con el wushu (kung fu), practiqué durante diez años, abandoné y cuando necesitaba salirme de mi zona de confort retomé y encontré claridad mental, no lo hago por algo corporal sino por algo mental. Mi música se basa en grabaciones de campo, objetos, voces y pequeñas melodías en repetición”.

Fantasías animadas

Alexis aún sigue prendiendo un cigarrillo armado cada tanto, pero trata de dejarlo, y hace 3 años que se mantiene como vegetariano. Las decisiones, la naturaleza y las contradicciones son parte de sus intereses. Cuando le pregunto sobre el origen de este proyecto explica su rollo entero: “Durante el 2015, en París, yo trabajé con el artista plástico Arno Peako en un proyecto que se inspiraba en la novela “La invención de Morel” del escritor argentino Adolfo Bioy Casares, proponiendo una interpretación gráfica y musical del relato. En la historia, un tal Morel, durante unas vacaciones en una isla, construye una máquina capaz de registrar todas las facetas de su vida cotidiana y reproducirlas. Todo para no perder a Faustine, la mujer de la cual está enamorado. Con esta máquina él captura una semana que se reproducirá hasta el infinito. El protagonista de la novela, un fugitivo venezolano, llega a la isla unos años más tarde. Al encontrarse frente a  las imágenes que se repiten y creyéndolas reales también se enamora de Faustine, a quien trata de enamorar construyéndole un jardín. Finalmente, cuando se da cuenta que ella es sólo una imagen, intenta aprender cómo funciona la máquina y a costo de su vida, registrarse a él mismo con la finalidad de sumarse a la eternidad junto a ella. En esta isla, las dos realidades se comunican, la vida real y aquella registrada, de esta manera hay dos lunas y dos soles”.

“ En mi proyecto Street Organ Ritornellos, además de un trabajo colaborativo con músicos locales, el organillo es utilizado como una herramienta mágica para evocar preguntas poéticas o sociales de los países visitados, particularmente para abordar una temática sobre “eso que desaparece”. Así, he trabajado tanto sobre el culto a las grutas en Marruecos o sobre el pueblo Charrua en Uruguay. Al mismo tiempo, la música creada marca una ruptura con la tradición orquestal del organillo, evolucionando hacia sonidos continuos, potentes y repetitivos, renovando de esta manera el repertorio del instrumento. En resumen, el  desafío de mi proyecto es cuestionar la “desaparición” mediante la repetición de un sonido,  siendo esto una suerte de antídoto frente a dicha pérdida”.

“Para mi residencia en Argentina, quiero retomar el trabajo realizado en París sobre la novela de Bioy Casares fusionándolo con Street Organ Ritornellos, enfocándome en problemáticas presentadas en el libro, que a su vez coinciden con mi búsqueda en este periodo, es decir, la desaparición y la repetición/aparición. ¿Podré convertirme en una especie de Morel con mi propia máquina, intentando registrar o al menos captar aquellas cosas que desaparecen? ¿Estaré tratando de construir mi propio jardín tal como el protagonista, con tal de intentar seducir y conservar mis propios fantasmas, mis recuerdos de viaje? Es entonces, que reaparece sutilmente la pregunta más grande : ¿qué es lo que queda para retener? Y como en el libro ¿qué es lo que se repetirá en la eternidad?”

Alexis viajará por el mundo buscando encontrar otras preguntas para sumar a su rollo y seguir dándose manija sobre la vida, lo grave, lo grávido y lo grabado.  En cada parada emitirá postales sonoras por Radio France y videos a través de La Blogotèque.

Alexis Paul se presentará el viernes 06 de mayo  a las 19 en La Paternal Espacio Proyecto junto a Fede Fossati, Eugenia Brusa, Nicolás Avila y Juan Namuncurá la dirección es Espinosa 2672, la entrada es gratuita.

Para más información:

www.streetorganritornellos.com
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