Es mi tipo
Por Lucas López
En esta reseña, Lucas nos anticipa el contenido del libro recientemente editado y ya disponible en las librerías “Es mi tipo”, de Simon Garfield, que profundiza, en una edición impecable, sobre el trabajo de elaboración tipográfica tanto desde el diseño como de la industria.
Con la edición de Es mi Tipo, la tipografía se convierte en estudio cultural. Si bien no es el único ejemplo (ahí tenemos los textos y crónicas de Rudy VanderLans para Emigre, y porque no, Andralis de Ediciones tipoGráfica), en el libro Es mi Tipo (Just my Type, 2012), el escritor inglés Simon Garfield recorre historias tipográficas con un sentido literario, deshilavanando con paciencia relatos del pasado y del presente, breves ensayos donde el oficio del viejo tipógrafo y el actual diseñador de fuentes comparten obsesiones en busca de su mejor letra.
Los antecedentes de Garfield, quien tiene en su haber novelas, ensayos y estudios, además de una amplia trayectoria como periodista, colaboran para la construcción de estos relatos. Pero así como Garfield deshilvana historias entre académicas y triviales (al menos de una parte de la historia), también entrama con fuerza datos de tipografías clásicas como Jenson, Centuria y Didot con las contemporáneas Mrs Eaves, Gotham y Verdana, haciendo escala de forma estratégica en letras insignia como Helvética, Sabon y Gill Sans. Acerca del primer capítulo sobre Comic Sans, (por cierto, poco atractiva y sin el favor de los diseñadores), Garfield se permite una mirada entrañable y llena de anécdotas acerca de la letra, su nacimiento y posterior fama. A partir de su análisis, Garfield logra que no se denoste tanto a Comic Sans y a Vincent Connare, su autor, quien (…) por su parte, responde a cualquier crítica encogiéndose de hombros de forma cordial. Además, en el capítulo “Escocés-americano”, el autor traza un esmerado estudio sobre las fundiciones de tipos estadounidenses, en especial en Filadelfia. Estas fundidoras no solo negaron todo vínculo con Inglaterra, sino que eran escocesas, como Binny&Ronaldson y su híbrido Monticello.
El completo relato de Garfield analiza el devenir tipográfico desde distintos ángulos, imponiendo una dinámica de abstract universitario con lectura rápida de revista de ocio, sosteniendo el interés con una narrativa amable (Garfield no tiene la ironía lapidaria ni la crítica a flor de piel de Aicher cuando señala sus desacuerdos). La edición, por su parte, cuenta con el laborioso trabajo de aplicar en el texto principal la tipografía que el autor cita, en un ejercicio de diagramación bienvenido. Garfield aprovecha cada centímetro de página para volcar sus afirmaciones: en epígrafes (“Helvética no es rock’n’roll, pero tiene mensaje”), en tapa y otros elementos de la diagramación. Localizar Es mi Tipo en las mesas y estantes de libros de mayor venta (en lugar de buscarlos en el incómodo sector de Diseño Gráfico), sin dudas ofrece pistas acerca de la jerarquía y potencial comercial que puede tener esta obra. La esforzada comunidad tipográfica, que en los últimos años, mucho hizo por posicionar a la disciplina de la Tipografía y el oficio de Tipógrafo entre las actividades de mayor status del campo gráfico, deberían aprobar este gesto.