Cada una de las cosas iguales
Por Chava
Esta obra de teatro dirigida por el actor y dramaturgo Alberto Ajaka propone dos escenas cuya base es una situación de igualdad, desde la cual va tomando forma la diferencia.
Nada se parece más a un lugar en destrucción que uno en construcción. Y, en efecto, los personajes de esta obra parecen estar en plena mudanza. Los materiales refieren a dos objetos centrales en este proceso: colchones y cajas. El programa de la obra es un cartón blanco irregular, aparentemente amorfo, que comunica la información básica. Después de un rato, instantes o minutos de acuerdo a la rapidez geométrica personal, uno cae en la cuenta. Al ensamblar sus lados, queda formada una cajita con una cara recortada. El sentido de la obra, como la caja, no viene armado de antemano sino que es un desafío que se debe asumir desde afuera.
Al principio parece una película de terror: en el fondo de la habitación hay una hilera de colchones que uno presupone vacíos hasta que empiezan a moverse, avanzando como zoombies hasta llegar al espectador. Son nueve colchones, todos ellos con estampados diferentes de un lado, del otro lado son iguales. Luego se retiran y se desploman sobre el suelo de una sala carente de escenografía, donde sostienen al personaje que sobre él existe. Con esta situación se abre la primera escena, que transcurre entre sueños. Acostados con ropa sobre sus colchones, los personajes dejan que hable por ellos la voz de su inconsciente mediante monólogos oníricos. De sus discursos aflora lo políticamente incorrecto junto con la estupidez cotidiana de la cual uno no puede dejar de sentirse parte. La gringa, el xenófobo y el trabajador conservador, entre otros representantes de una clase media cosmopolita de treintañeros. Son hijos huérfanos, engendrados por padres y políticos que los han dejado como huella de su proyecto creador.
Como escribió el poeta francés Charles Baudelaire “La vida es un hospital donde cada enfermo está poseído por el deseo de cambiar de cama”. Y en efecto, los personajes no duermen un sueño tranquilo. Se mueven incómodos y, mientras sudan pesadillas, van rotando de colchón. Con el cambio también se modifica su protagonismo en escena. Todos acostados, casi no dialogan ente sí porque lo que se exhibe es el mundo íntimo y secreto de cada uno. En sus palabras suenan ecos de otras voces. En un momento, uno de los personajes exclama el ya legendario verso del poeta argentino Alejandro Rubio: “Me recontracago en la rechota democracia”. Otras voces, más o menos conocidas, irrumpen en sus palabras, enredándose en su lengua pastosa de tanto dormir. En cierta medida, ellos no hablan sino que son hablados por otros. Sudorosos, enfermos, los personajes cambian de lugar hasta exhibir cada una de las cosas iguales que habita en la diferencia, y viceversa.
No se trata de colchones flotando a la deriva: de a poco los lazos entre uno y otro se hacen evidentes. La ideología es el hilo que une sus proyecciones individualistas con el lazo indestructible y coyuntural de la realidad. Hilvana las tramas de sus deseos. “Estamos tejidos de idéntica tela que los sueños y nuestra corta vida se cierra con un sueño” escribió Shakespeare en La Tempestad. Así, soñándose a sí mismos, los personajes van soñando un país.
El sueño de la joven clase media engendra los monstruos del poder: una clase dirigente que habla en público pero, literalmente, no da la cara. La segunda escena se abre con la entrada de un grupo de poderosos que en vez de cabeza tienen cajas de cartón con agujeros. Todos tienen la misma caja: son anónimos e iguales entre sí, como si fueran todos ellos una misma cosa. El motivo que los une es hacer el monumento al colchón caído. Con este acto pretenden ganarse al pueblo honrando, cual sinécdoque de éste, al soporte de sus sueños. O a lo mejor sugieren que el pueblo debe seguir dormido, mientras ellos toman las decisiones y cantan: “¡Sean eternos los colchones que supimos conseguir!”.
Actores: Andrés Rossi, Sol Fernández López, Mariano Sayavedra, Julia Martínez Rubio, Gabi Saidón, Luciana Mastromauro, Andrea Nussembaum, Leonel Elizondo y Luciano Kaczer
Iluminación: Adrián Grimozzi
Escenografía y vestuario: Rodrigo González Garillo
Realización de fundas: Patricio Delgado
Asesoramiento en movimiento: Luciana Acuña
Fotografía: Nadia Mastromauro
Prensa: Claudia Mac Auliffe
Asistencia de dirección: Lourdes Pingeon
Colaboración artística: María Villar
Dramaturgia y dirección: Alberto Ajaka
Funciones: Lunes 21 hs. / Viernes 22 hs.
SALA ESCALADA
Remedios de Escalada de San Martín 332, Villa Crespo
Entrada $ 30 (Est. y jub. $ 20)
Reservas: 4856 – 0277 o salaescalada@yahoo.com.ar
Más información en:
http://salaescalada.blogspot.com/2010/08/cada-una-de-las-cosas-iguales-de.html