Luz Animal
Por Pablo Bobadilla
Con su instalación “Iluminados” la fotógrafa Raquel Chavez nos propone acercarnos a una de sus formas sensoriales favoritas: la percepción en la oscuridad. Escuchar la luz, atisbar el sonido, asombrarnos con las formas. ¿Alguien sabe porqué las playas de Maracaibo tienen arena blanca?
Raquel Chavez es venezolana, se dedica a la fotografia publicitaria y de moda, fue coordinadora de fotografia en Gobernación del estado Zulia. Estudió foto publicitaria en Fotodesign, escuela dirigida por Aldo Bressi, en el año 2007. En 2009 fue premiada en el premio Catena y fundó el estudio Twin Pics junto a Alicia Ayala. Su producción cotidiana puede ser vista en su Flickr. Está finalizando una especialización en Lenguajes Combinados Artísticos en el IUNA. Su exhibición en Muy Rico Todo será su segunda muestra en Buenos Aires. Entre búsquedas de sensores de movimiento, montaje, bombardeos de mails y una botella de vino blanco en una noche calurosa surgió esta entrevista.
¿Porqué fotografiás?
No confío en mi memoria, y a menudo aparecen imágenes fijas, ante mí, en presencia y ausencia, y decido hacerlas mías, o por lo menos eso intento.
¿Cómo sugió el proyecto Iluminados?
Quería plasmar de alguna manera la fragilidad del ser, y de como en su fragilidad, en su inocencia somos siempre animales, bestias. La instalación como tal es un enfrentamiento, entre la obra y quien la mira.Seis imágenes, retratos de personas con rasgos faciales particulares a escala real, intervenidos con diversos elementos sobre sus cuerpos parcialmente desnudos, que evocan de cierta manera la interrelacion del hombre con su medio, la transformación del ambiente para su consumicion, el desarrollo de las tecnologias, entre otros temas. Estas seis imágenes están dispuestas en una sala completamente a oscuras, frente a frente, a manera de pregunta respuesta, expuestas en cajas de luces sensibles al movimiento bajo la interacción del espectador ya que su encendido estará condicionado por sensores. Cada imagen se relaciona directamente con la imagen enfrentada paralelamente, y serán manipuladas digitalmente logrando fotomontajes. Es una instalación que necesariamente funciona con la presencia de observadores, con la relación que efectúan dentro del espacio con la pérdida del miedo a lo desconocido.
¿Te interesa particularmente fotografiar personas?
Me interesa particularmente fotografiar el espacio y el tiempo, las personas son parte, al igual que los objetos, o los animales, o los lugares. A diferencia, a las personas les interesa ser fotografiados, me parece. Es una pregunta un poco difícil.
En el texto de presentación de tu estudio, Twin Pics dice: “dos almas exiliadas en busca de la imagen perfecta, recordando siempre a Nietzsche que susurra entre sueños lo eficaz de la imperfección ante lo perfecto que definitivamente no existe”. Recordé una frase de Empédocles: “El alma también está exilada, nacer es siempre viajar a un país extranjero”. Quería preguntarte ¿desde cuando vivís fuera de Venezuela? ¿Porqué elegiste Argentina y Buenos Aires?
Vivo en Buenos Aires desde hace 2 años. Hasta ahora sólo he vivido en Venezuela y Buenos Aires. Igual siento que estoy en tránsito, así que veremos. Argentina tiene mucho potencial creativo, la ciudad comparte sus secretos, el imaginario crece, y quiero crecer con él.
¿Tenés una opinión sobre el panorama de la fotografia en Argentina?
Hay trabajos muy interesantes, de diferentes y diversos artistas. También hay un exceso de ganas de mostrar, pero creo que es universal, no sólo pasa en Argentina.
Has exhibido poco, ¿es una postura?
He exhibido poco no por postura, no sé venderme, hago obra por la búsqueda constante, por esas inquietudes, como ideas fijas que se plantean y debo producirlas, mostrarlas estaría bueno, pero no hacerlo no es impedimento para no seguir.
¿Qué te dejó haber trabajado en fotografía institucional? ¿Alguna reflexión sobre las instituciones y la representación?
Fotografia institucional. Me dejó…. ¿dinero? Me dejó la experiencia de aprender a vender imagen, y conocer a mi país. Reflexión, la política es un asco, pero es necesaria. Las instituciones son instituciones, espero sirvan realmente a los ciudadanos.
¿Querés nombrar a alguien cuyo trabajo fotográfico te guste o admires?
Tuve la experiencia de trabajar con una directora de arte y fotógrafa a quien le debo gran parte de lo que he hecho, y lo que he crecido como persona, Eleonora Margiotta, su obra es admirable. Hay otros, el trabajo de Guillermo Ueno, Fabiana Barreda, argentinos, tienen historias de fondo.
¿Qué obras más allá de la fotografía sentís que hayan nutrido tu visión de la fotografía?
La literatura, la música, el cine, la vida supongo, creo que las experiencias nutren la visión.
Hasta aquí las preguntas y respuestas viajaron por e- mail. En los reportajes suele recurrirse a citar a amigos íntimos del personaje retratado para enriquecer el perfil, encontrar algún dato que ponga en jaque su imagen pública más difundida o, las más de las veces, para alabarlo. Por amistades en común, violencia fortuita del cosmos y conveniencia inmobiliaria hace tres meses que compartimos una casa, junto con otra amiga y su gato Toto, debajo de la casa que habitan otros amigos, entre los que está la socia fotógrafa de Raquel. Podría haber citado a cualquiera de ellos, intenté con Toto pero sólo devolvió a mis preguntas una mirada azul, moralmente neutra. Así que les cuento que Raquel tiene un tatuaje de una de las chicas superpoderosas en la nuca, mucha filosofía y sociología leída, trabaja en un laboratorio de fotos y como freelance con su estudio Twin Pics, insulta a diario a nuestro gato Toto, se lo ofrece a los visitantes para que se lo lleven, pero algunas madrugadas le canta cosas y lo deja dormir un rato con ella, le gusta todo lo que fabrique Mac, tomar cerveza y andar en longboard aunque se dé porrazos, tiene: una buena colección de libros de arte, un vozarrón grave y dice que no entiende nada de dos cosas: el amor y Argentina, pero ya su hablar está lleno de giros porteños y con sus cámaras digitales se va convirtiendo en una porteña USB, captando la escencia de la ciudad en imágenes que a veces me muestra de conciertos, restaurantes, fiestas y marchas. Es, en ocasiones, una suerte de enamorada del muro 2.0, y si hay una foto o una sesión entera que tomó y le gustó, enseguida la postea en su facebook y así equilibra sus largos periodos de silencio con una especie de fotorragia.
Ahora, sentada delante de mí mira el pionono de alcaparras y roquefort que preparé, toma su copa de vino blanco frío, usa el vozarrón, su humor rompehielos y me dice: ‘¿Me estás conquistando, boludo?’. Sorbe un poco de vino y se exalta: “¿Escuchás eso?”. Es de noche y en la cocina de la casa suena una gotera, sincopada y constante se suma al ronroneo de dos heladeras y casi casi hay un mini groove, más cerca de Jhon Cage que del microdancing de Babasónicos. Raquel abre grandes los ojos grises y verdes, me cuenta: “Hay un disco de The Knife , se llama Tomorrow, in a year, tiene una canción Variation on birds, que me encanta, me pasé 3 meses escuchándolo. Son grabaciones de pájaros y de estática, manipuladas”.
-¿Por qué te gusta?
Me tranquiliza. Cuando viajé a Bariloche me subía arriba de los árboles a escuchar los sonidos. A veces pienso en volverme a Venezuela y quedarme en la montaña. Pero también pienso que puede ser demasiado para una persona estar sola allí.
¿Tenés familia allí en la montaña?
Sí, el otro día le mostré a mi socia una foto de mi abuela en la que aparece envuelta en unahoja de una planta como si fuera un poncho. Ella vive en la montaña.
Crecí en Maracaibo, es una ciudad fronteriza con Colombia, un lugar raro porque está cerca del golfo y la costa, y a la vez de un lago que está muy contaminado.La familia de mi padre siempre fue muy humilde y viajé de vacaciones a visitarlos a la montaña a Colón y Caracas.En esos lugares en los barrios altos viven los pobres y abajo los ricos.
Ves la situación y dices un día van a bajar y se comen a los de abajo.
La primera vez que leí algo sobre Maracaibo fue en un libro de piratas de Emilio Salgari, El Corsario Negro…
Está lleno de historias de piratas allí, se dice incluso que la arena blanca de las playas de Maracaibo es de ese color porque no es arena, sino la plata erosionada de las vajillas y tesoros de los barcos españoles hundidos cerca. Me preguntabas antes por obras que me influyen te cuento de un libro, me gusta La poética del espacio de Gastón Bachelard, me fue recomendado por Eleonora. Un día en un café, me dijo: “Para que podamos ser colegas tenés que leerte algunos libros, entre ellos éste”, un poco soberbia la acotación, pero afortunada. El libro trata sobre los espacios y cómo los tomamos para nosotros, influyen en nuestro comportamiento y nuestro imaginario. Me hizo recordar las veces que soñé con una casa en el árbol, o los rincones que podía permanecer por horas a oscuras. Es un hermoso libro para leer una y otra vez.
Las copas de vino, el chiste sobre la conquista y la aparición de Toto, el único galán de la casa, nos llevan a hablar de mujeres, las que salen con ella, las que salen conmigo, las que dejan de salir con ambos y las que nos gustaría que dejen de ir y venir y se queden con nosotros. A casi todas les gusta Toto. Raquel retoma el hilo de la entrevista:
Antes iba a contestarte que me vine a Argentina porque este lugar se lleva mejor con la homosexualidad. Pero me contuve. Allá en Venezuela nadie habla sobre el tema. Acá en mi trabajo se lo toman bien.
Hay en Iluminados un trabajo sobre la ambigüedad de las personas retratadas. Antes me decías que buscabas reflejar la fragilidad del ser, la esencia animal, casi casi el ánima. En otro libro, La poética de la ensoñación Bachelard, cita a Francis Jammes: “Tengo a la vez el alma de un fauno y de una adolescente”. ¿Sugerís con Iluminados que el alma no tiene sexo?
No sé si hay alma, hay un cuerpo que sangra con heridas, y una mente que piensa y sueña, y descansa. No veo donde meter el sexo en todo eso. ¿Un hombre castrado deja de ser hombre? Hombre o mujer, son designaciones arbitrarias, el sexo es sexo, un juego entre dos.
Las únicas certezas que nos deja la charla: es más de noche y hace más calor. El viento parece haber caducado. Raquel saluda, sayonara, dice y va a acostarse, yo decido salir a caminar. Toto, animal en el espacio y el tiempo, me mira en la oscuridad del living mientras cruzo el pasillo hacia la calle y trato de acertar la llave correcta en la cerradura. Dimensiono que él encarna la sensibilidad que propone Raquel con su instalación: ve en la oscuridad, escucha hasta 7 veces más que los humanos, sigo tanteando el llavero mientas pienso en la relación etimológica entre ánima, el soplo divino que representa al espíritu, y animal, ser cargado de soplo vital. Toto, felino vanguardia, dueño incluso del viento, me sostiene la mirada brillante, gira una oreja, enseguida el cuerpo entero y ensarta una ráfaga de rasguños en el apoyabrazos del sillón. Un vozarrón le raja una puteada. Abro la puerta y encuentro el final de la nota.
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