Para exprimir naranjas y tomar Zumo Zen
Por Leonardo Martínez
Nuestro colaborador Leonardo Martínez nos comparte uno de sus últimos relatos.
Es importante guardar el tomo de mitología griega en los anaqueles y olvidarlo, la exprimidora manual es más propicia para el amor y no se limita a interpretar la media naranja: solo la exprime. Por eso durante el proceso, una vez partida en dos, la otra mitad de la naranja debe mantener una distancia prudente, hasta que le llegue su turno. En caso de encontrarse se volverán una y esconderán para siempre su jugo (Advertencia: una vez completado el ritual, no se olvide de enjuagar los recipientes usados, existen casos paradigmáticos de olvidos domésticos que han causado amores inesperados entre partículas cítricas). Ahora sí, lave sus manos y ejercite sus dedos, con estiramientos suaves y circulares que aseguren la vitalidad muscular que requiere la maniobra. Luego tome una de las mitades y apoye la fruta sobre la forma ovalada y acanalada del instrumento, presionando la cáscara con un movimiento de rotación parcial, de ida y vuelta, hasta vaciar la pulpa. El líquido pasará por las rendijas del filtro hasta el recipiente, libre de semillas y otras impurezas. Repita el procedimiento con la otra mitad. Pero antes respire profundo y medite unos segundos sobre el color naranja: en oriente simboliza la transición, de la alegría a la perfección. Buda. Solo eso. Bien: si el color del líquido coincide con la cáscara estamos en el buen camino espiritual. Ambos deben ser naranja; y esto se percibe mejor ante la fotorrecepción de la luz solar. Hacer jugo en la oscuridad es una tarea vampírica, destinada solo a lunáticos inexpertos que buscan extraer sangre en frutas de otras religiones. Dos: consiga un cuenco. No de plata ni de oro. De cerámica sirve y se consiguen en cualquier barrio chino. En todas las ciudades hay uno. Vierta el líquido de la exprimidora en el interior del cuenco y déjelo reposar unos minutos. Esto mejorará el sabor y las propiedades místicas de la experiencia. Luego busque un lugar cómodo, un espacio del piso donde poner una manta y apoye la preparación de forma simétrica, ni muy a la derecha ni muy a la izquierda: en el centro. Siéntese en flor de loto y limítese a contemplar el cuenco. Vacíe la mente, cierre los ojos y abra el corazón. Ahora sí: abra los ojos y dirija sus tranquilas manos hacia el cuenco; tómelo percibiendo su forma sagrada y lentamente acérquelo a su boca. Beba. Notará como la existencia entrará por su cuerpo. No se asuste: es vida.