Se está rompiendo la burbuja del arte inaccesible

Por Mágico Johnson y Pablo Bobadilla

Max Ruiz editó los libros sobre street art latinoamericano Graffiti Argentina y Nuevo Mundo, y dirige en Europa la agencia y galería Suben. Charlamos en Barcelona en medio de las protestas generalizadas y los festivales de verano. Entre cañas, mientras preparaba la presentación de Nuevo Mundo en Inglaterra, repasamos su trayectoria, hablamos de arte y hacktivismo y nos adelantó la antología de obras de estudio de artistas internacionales formados en la calle que editará por Gestalten en octubre.

Antes de encontrarme con Max, compilador del agite artístico en las calles, me encontré cara a cara con el agite. Recorría Barcelona en moto con un amigo que me llevaba, fuimos a la Ciudadela, parque que alberga al parlamento, y todo el perímetro estaba custodiado por policías: ese día se discutían algunas cuestiones delicadas como recortes del presupuesto para el 2012 y había manifestantes que querían suspender la sesión, pero algunos legisladores entraron igual ¡en helicóptero! Mientras hay gente tomando la plaza, los turistas que recorren la ciudad los fotografían y siguen consumiendo en H&M. El paseo siguió con unas vueltas por el Born y después mi amigo guía me alcanzó hasta la Plaza Santa Madrona, una plaza tipo pasaje peatonal. Allí, en un bar con mesas afuera, frente al edificio donde vive, iba a encontrarme con el comisario Max Ruiz. Algunas diferencias entre las realidades de Latinoamérica y España asoman en estos detalles: a los curadores se les dice comisarios y el poder usa helicópteros para permanecer en el gobierno. Max bajó de su piso cargando en las manos un pilón de sobres y un ejemplar de Nuevo Mundo, el libro sobre street art latinoamericano que acaba de editar a través de Gestalten, y que es el sucesor de Graffiti Argentina. Por sus rasgos, flaco, anguloso, y su pelo corto, Max parece nacido en el clan Spinetta, llevaba puestos un jean, una remera blanca y unos lentes negros. El único alboroto en esta plaza lo hacía una cotorra que comía arriba de su cabeza y le tiraba migas encima, mientras Max comenzaba a contar su historia. Llegó a nuestra mesa el mozo del bar, le contamos de la cotorra, se rió sin darnos mucha bola, desistimos de sumar una protesta más a Barcelona y recibimos las cañas que nos trajo para acompañar la entrevista.

¿Cómo llegaste a Europa?

“Decidimos venir con mi chica, ella es francesa, nos conocimos en Buenos Aires, vivimos juntos tres años, nos casamos unos meses antes de venir. Para mí va de puta madre, y para ella también. Ella, siendo de Francia donde hay mejores condiciones sociales, luego de algunos años de viajar apretada en el 39 durante una hora y media y laburar en negro, sintió que ya estaba cumplido un ciclo”.

¿Viniste con algún proyecto o algo pensado para instalarte?

“El mes que vine salió el libro Graffiti Argentina. No era un proyecto que tuviese que ver con lo que yo hacía, era una buena editorial y todo, pero no pensaba dedicarme a sacar libros. Vine acá trabajando con motion graphics, vendía el servicio en Europa y surgió hacer un segundo Graffiti Argentina, lo que implicaba hacer la producción para un lanzamiento, tuvo buena repercusión, luego una revista de Inglaterra se interesó, hicimos otro lanzamiento, hubo una reacción en cadena y me di cuenta que me encanta esto: producir y editar libros y que era el trabajo que más había disfrutado en mi vida. Empezaron a surgir ideas, colaboraciones, poco a poco se fue dando todo”.

¿Cómo surgió el proyecto de compilar el street art de la región?

“El primer interés que tuve sobre el street art fue durante una producción que estábamos haciendo, un micro documental de culturas urbanas, distintos grupos en Brasil y Argentina y uno de esos fue sobre graffiti en la zona oeste de Buenos Aires. Bien roots.
Había en su momento una escena súper particular, muy contrastante con lo que pasaba en la ciudad de Buenos Aires, había cumbia, breakdance y cultura de barrio real. Hicimos el documental, me copé con la mirada personal de chicos latinoamericanos para adoptar una cultura extranjera. El siguiente catalizador fue un muy buen amigo que me mostró unos libros editados en Estados Unidos, uno era de graffiti, era la primera vez que yo veía un libro sobre el tema, ahí se me prendió la lamparita: estaría bueno hacer un libro en vez de un documental. Pensé ¿se podrá hacer un libro sobre graffiti en Argentina? Acto seguido contacté a las dos personas más presentes en la escena Argentina para ver qué se podía hacer, cómo era, cuánta gente había, qué estaban pintando, me mostraron y me entusiasmé”.

¿Con quiénes hablaste?

“La primera persona que me convenció fue Jazz, es un pibe divino, de los primeros en Argentina, súper amigo de todo el mundo, él me explicó bastante y ahí empezó todo. Para mí era todo nuevo, nunca había hecho diseño gráfico ni conocía el mercado editorial. Así que decidí investigar, conocer cómo funciona el rubro, cuáles eran las editoriales que podrían estar interesadas e identificar el potencial de venta. Luego hice un boceto del libro, unas 10 páginas con una amiga diseñadora y salí a la caza de editoriales. Primero contacté a La Marca Editora que tenía libros muy buenos sobre artes visuales y stencil. Me hicieron una propuesta que era malísima y dije ya fue, el libro no va a salir nunca. Justo me enteré de un libro sobre graffiti de Brasil, contacté a la editorial que lo publicó, les envié sin escrúpulos la propuesta y me contestaron que les interesaba editarla. La idea empezó en 2006 y a finales de 2008 salió el libro a la calle. Yo no sabía hacer editorial, hacer libros no es un muy buen negocio y trabajar con diseñadores profesionales sin dinero adelantado a veces es difícil. Hubo errores y tomó tiempo”.

¿Te sirvió de aprendizaje?

“Sí, los últimos dos libros los hice en tres meses. Graffiti Argentina me abrió muchísimas puertas, la gente se interesó, a pesar de que no fue redituable como negocio a nivel de promoción fue muy útil para la escena latinoamericana y para mí como autor y comisario. Valió la pena de principio a fin.
Nuevo Mundo: Latin American street Art, es un proyecto que surgió con la editorial que publicó Graffiti Argentina, me dijeron: Muy bueno lo de Argentina, muy bueno lo de Brasil, ¿porqué no te hacés uno sobre Sudamérica? Ellos sabían que había potencial de venta, yo dije: Todo bien, pero soy nuevo en esto -siempre fui honesto con ellos- es un nuevo camino para mí, mejor saquemos primero Graffiti Argentina. Lo sacamos y todo bien. Después de que salió no estaba muy convencido de hacer otro libro. Con la llegada de los nuevos lanzamientos, me fui instalando, haciendo mejores relaciones púbicas y a la vez contactándome más con artistas de la escena latina, tenía que aprender más y me decidí a dedicarme a hacer un nuevo libro. Hay 106 artistas, con divisiones por países e introducciones escritas por los artistas más representativos de cada país”.

¿Estuviste viajando para hacerlo?

“Viajé, conocí gente, constantemente mantengo contacto con artistas sin hacer proyectos concretos, luego vemos qué podemos hacer. Cuando me decidí a hacer Nuevo Mundo me vino la idea de hacer otro libro que es el que va a salir ahora en octubre. Se lo propuse a la editorial con la que estaba trabajando pero para ese momento el mercado se había saturado con material sobre street art, salieron muchos títulos de mierda y querían limitar la edición. Así que armé el proyecto y se lo envié a la editorial que compite en el mismo nivel que ellos, Gestalten, de Alemania, les gustó y lo van a publicar. O sea que si un proyecto está bien vendido, hay potencial y está bien presentado: funciona”.

¿Cómo te parece que la música influye en el street art? ¿Se relaciona sólo con el hip hop?

“El street art nace o le debe mucho al graffiti, nada de stencil, lata y rodillo, se le atribuye ser uno de los 5 elementos del hip hop: dj, breakdance, mc, beat box y graffiti. Entonces, la relación es desde siempre. Cuando investigué en Argentina, para ver hasta qué punto existe esta relación, encontré que hay muchos fundamentalistas, pero a la gran mayoría no le importa. Los mejores graffiteros que conocí escuchan flamenco, heavy methal, lo que sea. Hay relaciones culturales amplias, con la cumbia, los equipos de fútbol. Casi siempre vas a ver a los chicos pintando con audífonos, cada persona se relaciona con toda la música, sin etiquetarse con una en particular.
La idea de Nuevo Mundo es dar cuenta de la variedad que hay en Latinoamérica no sólo a nivel estético sino poético y de locación. En todos mis libros llamo a los artistas para que digan lo que piensan, me interesa que al lector le lleguen las palabras concretas de los artistas y no que lean sólo mi opinión o mi análisis”.

Tricota

Los viajes, la convivencia con una mujer francesa y la información que maneja se le notan en el habla y en el discurso. Max tiene como tres o cuatro acentos, mezcla jergas porteñas con expresiones españolas y cuando saluda a su esposa por teléfono lo hace en francés y luego sigue en castellano enumerando proyectos, artistas, técnicas. Su nuevo proyecto editorial, el que completa una trilogía, sube un escalón en su trayecto cosmopolita: “Mi tercer libro es Walls & Frames. Fine Art from the Streets, reúne artistas del panorama internacional que se formaron en la calle y que hoy en día utilizan en su obra soportes que se exhiben en galerías. Son 101 artistas, básicamente la crema internacional, y los trabajos compilados son solamente obra de estudio: instalaciones, pinturas, cuadros. Quise presentar la transgresión del arte contemporáneo actual, se está rompiendo la burbuja del arte inaccesible, de elite, súper caro, académico, del que te quedás afuera si no sabés de arte. Hay una gran cantidad de artistas que se forjaron en la calle que no saben el potencial que tiene lo que pintan, viven como pintan y están logrando venderlo caro, bien exhibido. Cambió el ciclo en el arte, de todos modos sigue siendo un mercado con un circo y una prostitución tremenda, pero de alguna manera está copado que no sea un circuito cerrado y hermético. Lo que está teniendo peso es la forma que tienen estos chicos de vivir su arte”.

Asco y ley

La primera vez que vi a Max fue en su rol de comisario. Unos días antes de la entrevista nos reunimos en Swab, una feria de arte contemporáneo internacional que para mucha gente es “La” feria de arte. Esta última fue su edición más grande, participaron 32 galerías de 11 países, ocupó un pabellón en la Fira Barcelona, en Montjuic, varios predios similares a la Sociedad Rural de Buenos Aires, y la organización asegura que hubo 13 mil visitantes. Max usó la diplomacia y logró acreditarme en la lista de la galería Arte Cocodrilo de México. Nos encontramos en el stand mexicano, él vestía el uniforme de comisario, más formal, de saco y remera: Swab es el ámbito del arte de saco y corbata. Entre la gente que me presentó estaban su esposa, Edgar Bacalao Argaez, un artista mexicano que había viajado a Barcelona para representar a la galería y mostrar algunos de sus trabajos, cuya obra Max incluyó en Nuevo Mundo y una galerista española que en ese momento estaba trabajando para Arte Cocodrilo como él. Hablamos un poco de lo que era Swab, cambiamos ideas y luego me fui a recorrer toda la feria. Argentina estaba representaba por Pabellón 4. Al margen de las diferentes galerías presentes, las modelos y los miles de personajes paseando su cara, lo mejor era, como siempre, la barra libre de Heineken y Absolut. Ahora al agite lo encarnaba yo y salí directo al festival de música Primavera Sound donde vi a El mató un policía motorizado, algo de Interpol, Grinderman, la banda de Nick Cave, y The Flaming Lips. Barcelona estaba indignada y activa. Entre Swab y nuestro segundo encuentro para la entrevista, también asistí al Festival Offf, de cultura y creatividad post digital. Cuando lo vuelvo a ver, tomo dimensión de que Max es un comisario del lado de los vándalos y él se encarga de especificarlo.

¿Estás al tanto de la actualidad del arte contemporáneo en Barcelona? Recién fui al Festival Offf en el MACBA (N de la R: Museo de arte Contemporáneo de Barcelona)

“Nunca Fui al MACBA -interrumpe Max- Es una materia que tengo súper previa, mi circuito es otro, a mí me gusta el street art y está en la calle, el MACBA tiene la puerta siempre cerrada, el 99 por ciento del arte contemporáneo no me llega, no me interesa lo súper conceptual que te hace sentir como un idiota porque no entendés algo. Igual sé que tengo que ir”.

Volviendo a tus 2 primeros libros, encontraste diferencias entre lo que era el graffiti argentino…

“Disculpá… -vuelve a interrumpir Max- pero la vieja que acaba de pasar le limpió el culo a su perrito con el pañuelo. Mirá. Es un asco. Perdón, retomemos”.

¿Encontrás que influye la nacionalidad o el lugar donde vive en cómo cada artista se expresa?

“Hay cierta tendencia plástica en cada ciudad, después en cada país. En Buenos Aires, por ejemplo, hay mucho trabajo de grandes dimensiones, en Brasil y México eligen más trabajar sobre temas folklóricos, en Chile tiene una presencia más fuerte el Hip hop, Puerto Rico también es re hiphopero. Es difícil resumir en una conversación todo el panorama. Lo que destaco es la relación del arte urbano con la sociedad, en cada país cambia ligeramente, en los últimos años no fui a Buenos Aires pero sé que hay mejor aceptación. En São Paulo es más jodido pero va mejorando. En Bogotá está muy militarizado y el riesgo que enfrentan los pibes es otro, por el contexto general, pero al pueblo le gusta. En general a la gente le gusta y hay menos restricciones legales, Latinoamérica no es París donde hay un patrimonio histórico ancestral que cuidar, allá hay mucho edificio hecho mierda al que el street art le pone onda y la gente lo aprecia. En Europa en cambio el street art es visto como vandalismo. Lo importante es que en Latinoamérica la gente lo incentiva, los artistas me cuentan que a veces va un chico a pintar y sale el dueño de la pared, ve lo que está haciendo el pibe y le dice: No parés, te presto mi escalera y pintá todo. Termina haciendo una pintada mucho más grande que la original y el dueño saca la parilla para hacer unos choripanes, eso es re sudaca e impensable en Europa. Por eso se llena de norteamericanos y europeos que van a pintar a Latinoamérica, porque la región es hermosa y la relación es muy diferente”.

Misterio, moscas y tiburones

Tenemos en la mesa el libro Nuevo Mundo, lo hojeamos, le señalo un artista y le pregunto por la variedad de graffiti que representa, Max me cuenta: “ Eso es Pichação algo muy específico y único de Brasil, que se convirtió en un fenómeno mundial del arte urbano. Básicamente son letras flacas hechas por gangs, grupos de pibes, y es súper invasivo. Los pibes se trepan a cualquier altura para dejar su marca. Tienen códigos muy estrictos sobre cómo hacer sus firmas: en el mundo del graffiti nunca podés tapar a otro. Los gangs están obsesionados con tapar las ciudades con la firma de su grupo. Ves tags en alturas imposibles. Caen como moscas los pibes…

¿Cómo ves el panorama en Barcelona?

“Barcelona supuestamente es la meca internacional del street art, pero no lo pude ver nunca. Desde 2007 la escena viene atravesando una mala racha. A pesar de que la ciudad se benefició por el perfil cultural que el street art le aportó. Hay grupos de limpieza específicos creados por el gobierno para tapar cualquier tipo de pintada. Hay multas de hasta 3 mil euros. La cultura urbana es muy perseguida, está prohibido andar en skate, te cobran 1200 euros y te quitan la tabla. Crearon lugares aprobados legalmente donde se puede pintar, entonces los artistas prefieren pintar en las afueras de la ciudad y el graffiti prácticamente desapareció. De todos modos esta tensión acompañó siempre al desarrollo del street art, es raro lo que se vive acá pero es parte del ciclo. Forma parte de las cosas misteriosas que están pasando en Cataluña”.

¿Qué opinás sobre las manifestaciones en la plaza?

“Lo bueno es que la gente se está calentando, se está cansando realmente y está haciendo notar que se da cuenta de lo que pasa. En Argentina vivimos cosas muy difíciles. En Europa uno se imagina que todo funciona mejor, pero en realidad no es así. Llevan mucho más tiempo en este circo de imperialismo. Hay más sutilezas. Si bien hay mejores condiciones de protección social, la concentración del poder por parte de una minoría es mayor y más sutil. Acá los tiburones son mucho más grandes. Creo que acá es bastante más difícil que se consigan resultados. La sociedad está muy polarizada, hay gente con mucha plata, mucho conservador, mucha derecha. Es difícil convivir con la inmigración, genera cosas buenas y cosas malas y la opción más fácil para mucha gente es la intolerancia, radicalizarse como defensa. Pienso que es más complejo que se destituya un presidente como sucedió en Argentina”.

No surgió ningún referente de las manifestaciones y parece no haber pasado nada…

“Me parece bien que no haya líderes, ya que parte del reclamo es un reparto más democrático del poder. Más que una salida del capitalismo lo que se pide es que cambie la tendencia a proteger a los ricos y a los bancos antes que a los ciudadanos comunes. Hay países desarrollados donde hay coherencia en la protección social, Islandia por ejemplo, donde el Estado no inyecta miles de millones de euros en los bancos para que venga a cobrarte la hipoteca a vos. Yo no sé cómo funcionan estas cosas acá ni en ninguna otra parte. ¿Con cuánta gente se cambian las cosas? ¿Con 3 mil personas reunidas en una plaza lo logramos pero con 2 mil no? Están pasando cosas fuertes, hay una repercusión en toda Europa pero en definitiva no pasó nada. Sería bueno que se lograsen cambios específicos, algo realista y concreto, que se acaben los puestos repartidos de forma corrupta. Es difícil actuar sin etiquetarse, hay grupos como el 15- M que demuestran una ética como la que reclaman. Se bancaron una cagada a palos sin responder con violencia. Un grupo que me parece súper interesante es Anonymous, hacen bloqueos masivos por internet. Están a full con la onda de V de Vendetta, usan la máscara del protagonista y videos de la película. Bloquean las páginas de entidades gubernamentales y grupos empresarios. Hace poco hubo tres arrestos y se anunció la detención de los 3 líderes de Anonymous en España, a la media hora las páginas de la policía no funcionaban y recibieron mensajes en video que aclaraban que en Anonymous no hay líderes sino que es una acción colectiva e imparable. Sería triste si no se logra ningún cambio, hubo represión, todo filmado por la prensa, y no pasó nada”.

¿Creés que esta situación pueda canalizarse a través de la expresión artística?

“En Argentina hubo un boom después de 2001. En Europa hay muchas cosas sucediendo, ya hay mucho hecho, el street art como herramienta ya pasó, es algo que fue vivido, ya canalizó cierto malestar generacional. Hay mucho artista con muy buenas ideas, y posibilidades para realizarlas. Entonces hay una presión para encontrar nuevos modos de transgredir. Lo deseable es que surja algo totalmente nuevo. Quizá en Latinoamérica no existe la misma presión para transgredir los formatos”.

¿Cómo te llevás con las nuevas tecnologías? ¿te interesa el arte que las incorpora?

“No soy una persona volcada a las tecnologías, mi relación más directa es con el motion graphic, más bien yo dediqué mi atención a lo físico. Creo que la informática no tiene límites, laser, proyecciones, todo es bienvenido si hay amor y búsqueda detrás.
Mi nuevo libro incluye artistas que trabajan con tecnologías, por ejemplo Evan Roth, que dirige el grupo Graffitti Research Lab que hacen diferentes proyectos relacionados a la tecnología, el estado del arte y la protesta, diseñaron un programa para que un chico que tuvo un accidente y quedó cuadripléjico pueda diseñar con sus ojos”.

Latinoamérica subida

Max ahora además de editor y curador es representante de artistas y galerista. Sobre el surgimiento de su agencia relata: “Hace dos años definí Suben como grupo y como nombre, hace un año y medio todos los proyectos se hacen a través de ese nombre, ahora ya está mucho más consolidado vamos a ir a ferias de arte con obra de artistas, hay gente colaborando conmigo. Siempre hay mil proyectos y de diez se hace uno. El último cerrado es el libro, sale a la venta en octubre. En julio se lanza Nuevo Mundo en una galería en Inglaterra, la que está detrás de la obra de Banksy, en la que se hará una intervención en la galería y 20 de los artistas del libro van a pintar sobre los ejemplares de quien los compre ahí. Luego en Berlín habrá otro lanzamiento y allí los artistas harán tapas personalizadas que se imprimirán luego en una tirada reducida y hay un espacio nuevo de la editorial de 300 metros cuadrados para hacer una intervención”.

¿Cuál es el criterio de selección de los artistas con los que trabajás en tu agencia?

“Se va dando, voy haciendo proyectos, exhibiciones, intervenciones y se va restableciendo la relación con el artista. No busco artistas que no conozco sino que pienso cuál artista es el indicado para el proyecto que quiero hacer. Luego la relación con cada artista es diferente, de los que están en la web vendo su obra, en otros casos hago management exclusivo que es una profesión e implica otro trabajo constante y más fino.
Antes me preguntabas por la tecnología, un artista al que represento, el cubano neoyorkino Jorge Rodríguez Gerada trabaja con gente que hace scans de fotos de rostros de toda una comunidad, luego por medio de un logaritmo generan un único rostro de la comunidad y lo pintan en una fachada gigante en carbonilla. Usa mucho mapeo en GPS, en el delta del río Ebro hizo el rostro de una chica de esa comunidad, usa avión, globo, trabaja con topógrafos. Jorge rescata material histórico, desarrolló una técnica con la que extrae la última capa de pintura de los muros, luego pinta sobre eso y vende esa obra de arte. Consiguió un permiso de la ciudad de Navarra para extraer capas de casas de más de 300 años de antigüedad y la obra me parece muy importante porque tiene un valor histórico, cultural.
Con cada artista manejo un desarrollo distinto. Al principio trabajé mucho con artistas latinos pero ahora amplié y trabajo con artistas internacionales. La presentación de julio es la primera vez que van estar tantos artistas latinoamericanos de street art juntos y encima es en Londres”.

Le cuento que la ceniza del volcán Puyehue impidió que llegasen al festival Pixelations los invitados internacionales a la ciudad de Córdoba. Repasamos la lista de catástrofes naturales de los últimos años, volcanes, terremotos, huracanes, profecías cumplidas y fallidas, el anuncio del fin del mundo. Max dice: “Tengo un hijo de un año y medio, espero que el mundo tire un poco más”.

Le pregunto dónde se consiguen sus libros en Buenos Aires, me dice que en la Paragráfica, le cuesta acordarse de los nombres de las calles porteñas, pregunta por detalles de DFCL y sobre muyricotodo* y las dinámicas de las muestras en el estudio, comenta que al lado del estudio vivía Jazz, pionero del graffiti argentino. Hablamos de los barrios y su relación con el diseño y las artes visuales. Max dice que se quiere quedar en Barcelona toda su vida: “Pasan cosas difíciles, pero estoy contento con mis proyectos y con lo que hago. Extraño mucho a mis amigos pero también mi actividad me presenta amigos cercanos ¿A vos no te dieron ganitas de quedarte?”. Apenas termina con su visión esperanzada, se acerca su mujer con el carrito, el bebé y se reparten las tareas logísticas que cada uno debe cumplir para la cena de esta noche. Le deja al nene dormido en el carrito y se va por unos minutos, a comprar unas cosas. Max me pregunta dónde estoy parando, le dije en el Raval y le pasé las calles y me dijo que en la esquina en donde estoy yo, él empezó a trabajar cuando llegó a Barcelona: es una casa de venta de sombreros, antiguos y nuevos al estilo vintage. Entre las manos, literalmente, tiene su próxima acción, sostiene los sobres que, me dice, contienen las cartas de recomendación para los artistas que viajarán a Londres a presentar Nuevo Mundo el 7 de julio en la galería Pow, Pictures on walls.

Para más información:

www.nuevomundobook.com
www.subenysuben.com
www.gestalten.com

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